Archivos para junio, 2012

“Si mañana fuera el gran terremoto que se espera por aquí, nadie se acordaría de qué etnia es y toda esta tensión política se acabaría”. Mi amigo Achyut, profesor de Chino, ingeniero formado en el país de Mao, es también uno de los filósofos de la cantina del campus de Lenguas Internacionales de la Universidad de Tribhuvan. Se reúnen cada día después de clases a charlar sobre política y metafísica mientras beben té y fuman cigarrillos Surya, la marca nacional de Nepal, que son como una lija para la garganta.

Lo secundario siempre ocupa el espacio del pensamiento hasta que aparece lo importante. Siempre hablamos de las preocupaciones estúpidas que llenan nuestras vidas hasta que aparece un diagnóstico de carcinoma Y tipo X y todo se para. Pues en política también: “Aquí los políticos hablan de la revolución, del federalismo, de las etnias, pero en realidad esos no son los problemas importantes de Nepal: son los hospitales, las escuelas, las carreteras o las posibilidades de inversión”, me decía ayer Terence Lee, un periodista de The Himalayan Times.

Uno puede correr el riesgo de creer que la estupidez política es siempre mayor en otros países, sobre todo en los menos desarrollados. Pero de repente me acordé de la era Aznar-Ibarretxe-Se rompe España. ¿Nos acordamos? Duró varios años. No había una puñetera tertulia donde nuestros sabios, que son muchos, no se pusieran a teorizar sobre la estructura de España, haciéndose eco de declaraciones políticas irresponsables y envenenadas.

El New York Times, que es un periódico cojonudo, tuvo que hacer autocrítica de su seguidismo del Gobierno de Bush durante la II Guerra de Irak. Algún día los medios de aquí tendrán que hacer la suya, reconocer cómo durante años se han comido con patatas, incluso promovido -¡qué horror!- la agenda política que marcaban otros, en vez de investigar, denunciar y editorializar sobre esta locura inmobiliaria que se ha ido larvando durante años y que ahora nos va a costar un dinero impresionante, el exilio y parte de la vida laboral a muchos de mi generación.

La suficiencia de Rajoy me fastidia mucho. La incapacidad de decir “rescate”, como la de Zapatero de decir “crisis”, es otro detalle más de una generación de políticos –y quizá de muchos más- que se ha revolcado en la mediocridad de la pura imagen sin contenido, sin densidad ni ideas, acostumbrada a chascarrillos, risotadas, puros, comilonas y otros excesos. Ha sido la época de un funcionario de la política, como Zapatero, aficionado a tópicos y ligerezas. Y también la de un gris registrador de la propiedad, que no tiene nada que decir en un momento tan duro y de tanta incertidumbre, más allá de apelaciones huecas al sacrificio, al rigor y al trabajo duro ¡Por favor!

“Nosotros apoyamos muchas manifestaciones desde nuestra casa, en espíritu”, afirma mi amigo Achyut en la cantina. Lo malo de los filósofos es que muchas veces no se mueven de la silla. Pero lo peor, en Nepal y aquí, es que después de tanta cháchara no se ve todavía una pequeña luz, una grieta por donde se cuele eso desconocido que tendremos que hacer para salvarnos. Y a lo mejor lo tendremos que hacer nosotros solos, como el currito nepalés que se levanta a las 4 todos los días a buscarse la vida, sin esperar nada del Gobierno. Porque nunca le dio nada.